La producción de energía a partir de radiaciones solares o de la fuerza del viento tiene la ventaja de no contaminar el planeta a la vez que resultan fuentes de energía inagotable.
En el caso de las turbinas eólicas, la mayor parte de ellas se encuentran en zonas donde los vientos son fuertes y prácticamente constantes para que su rendimiento sea el máximo y optimo posible.
Sin embargo, esos sitios suelen estar ya ocupados por poblaciones o por terrenos dedicados a la agricultura y la ganadería. Con el fin de no intervenir en cualquier otra actividad existen ciertas alternativas.
Una de ellas, es cubrir con molinos eléctricos grandes superficies en el mar, donde los vientos son más propicios que en tierra. El inconveniente es que, debido a la gran profundidad al que se encuentra el lecho marino, en algunas zonas la fijación de las bases se complica y aumenta mucho los costes.
Energía a 600 metros de altura
La alternativa a este tipo de instalaciones son las turbinas flotantes. La startup Altaeros Energies es la encargada de llevar a cabo este proyecto. Despliega dicha turbina a más de 300 metros sobre sobre la ciudad de Fairbanks (Alaska), durante 18 meses; lo que permitirá abastecer a una docena de familias de energía renovable y Wifi.
Estas turbinas son una especia de dirigible inflado con helio, que en su interior lleva una turbina eólica con la que obtienen energía a partir del viento. Es decir, energía cinética a partir de las corrientes del aire.
La razón de estas turbinas eólicas es que los vientos a elevadas alturas son más intensos y constantes. Por lo tanto, se trata de aprovechar esas condiciones para producir energía de una manera más económica y respetuosa con el medioambiente.
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